Los almacenes son una auténtica revolución merced a la informatización, automatización y robotización de sus labores. Si ya antes el orden era mandatorio en cualquier almacén con estanterias de ocasion, ahora son los robots los que se hacen cargo de optimar la zona y sitio de almacén de conformidad con factores muy diferentes (nivel de rotación de los productos, huecos disponibles…).
Los gestores de almacén ya no deben guardar los productos siguiendo, por servirnos de un ejemplo, un riguroso orden alfanumérico de los productos a guardar, pues la información relativa al stock, dónde se encuentra situado cada producto en el almacén y su relación con los pedidos entrantes está informatizada. La tecnología se hace cargo de administrar automáticamente la cantidad de productos libres, cuáles precisamos restituir y cuáles hay que preparar para el envío al cliente del servicio.
Y no solo eso, son las propias máquinas, los propios robots, los que recorren automáticamente los corredores, suben por los anaqueles y recogen los productos para cada pedido, de forma más veloz, automática y limpia que de forma manual.
Los robots destrozan y crean empleo
No obstante, los robots no son perfectos. Como toda vez que se habla de la introducción de nuevas herramientas, singularmente tecnológicas, brotan dudas sobre si están en riesgo ciertos puestos.
Existen estudios recientes, como “The Future of Jobs, 2025: Working Side-By-Side with Robots”, que se han centrado en la industria de los robots en su acepción más extensa, no solamente la de aquellos que se usan en almacenes, y que concluyen que, si bien es verdad que las tecnologías de automatización reemplazarán a los humanos en un dieciséis por ciento de los empleos, asimismo acarrearán, a consecuencia de su empleo, la creación de un nueve por ciento de nuevos trabajos.
Por si fuera poco, estos robots todavía no son capaces de reconocer productos: solo pueden leer códigos y, con ellos, saber dónde se encuentra cada producto. De ahí que, el reto es que estos robots puedan llegar cualquier día a tener tecnologías de visión y de aprendizaje, de forma que sean capaces de recoger artículos uno a uno y empaquetarlos.
Desde que se genera el pago al pedido, el sistema se pone en marcha. Esta hoja de pedido entra en el sistema informático del almacén, que ordena a los robots recoger las distintas mercancías pedidas.
El ejemplo más ilustrativo es el de Amazon, quien da tanta relevancia a estos sistemas que decidió adquirir la compañía que le diseñaba los robots, Kiva Systems.
Aparte de su velocidad (se estima que van a 5,5 kilómetros por hora, o bien 1,5 metros por segundo), es casi imposible que estos robots se confundan. El único inconveniente que puede haber es de producirse un fallo en el sistema o bien una interrupción, por ejemplo, del suministro eléctrico.
Conforme los cálculos, los centros que trabajan con estos robots son capaces de guardar hasta un cincuenta por ciento más de inventario, puesto que el tiempo de procesamiento pasa de horas a minutos, lo que deja vender más veloz a los clientes del servicio. Por si fuera poco, muchos de estos sistemas incluyen nuevos sistemas de visión que deja la descarga y recepción de un tráiler de inventario en tan solo treinta minutos, en vez de tener que dedicar múltiples horas.
Fuente: web de Estanocasion