La disparidad de creencias cuando se pregunta sobre lo ideal de amortizar lo antes posible la hipoteca es la tónica frecuente, si bien, es verdad que los años de crisis han inclinado la balanza en favor de quienes apuestan por la amortización, y más en concreto por la amortización en plazos, teniendo presente por si fuera poco que el ahorro garantizado vive un instante de baja rentabilidad.
No obstante, sería demasiado simplista decir que las posturas existentes o bien una o bien otra, existen muchos matices intermedios, trataremos de aproximarnos a esta cuestión compleja facilitando en lo posible las cosas.
¿Sí o bien no a la amortización?
Es mejor lo antes posible decidirse sobre este tema, puesto que determina el resto del desarrollo.
Quien imagina que es capaz de superar y vencer el tipo de interés que le cobrará el banco de la hipoteca, y, destina a tal fin el ahorro que les supondría para el futuro la amortización.
Quien considera que no precisa ajustar su hipoteca, por el hecho de que prefiere dedicar los posibles excedentes al consumo.
Los dos supuestos son lícitos, no obstante, asimismo son desde cierto punto este económico de las opciones menos estables.
Estimar que se puede batir al género de interés es evidentemente una apuesta, claro está que posiblemente ocurra en un largo plazo, más, asimismo posiblemente no ocurra en lo más mínimo. Podríamos entrar en este sentido en una discusión sobre las capacidades que creemos tener y las que realmente tenemos para la administración del dinero, más sería demasiado largo y seguramente como desenlace poco atrayente.
En lo que se refiere a destinar el excedente al consumo, otra actitud de manera perfecta lícita, obviamente se trata de un perfil en las antípodas de buscar ahorro activo, y, en consecuencia, un perfil al que va a resultar bien difícil persuadir en caso contrario.
Dicho esto, habiendo fijado la situación más frecuente de quienes no se decantan por la amortización, la verdad es que a nada que se realice un análisis no exageradamente pormenorizado, en general la respuesta es que sí, que efectivamente vale la pena proponerse la amortización de la hipoteca y librarte lo antes posible de lo que supone una carga económica, entrar aqui.
Resulta obvio, que puede haber situaciones particulares que en instantes específicos desaconsejan intentar enfrentar esas amortizaciones, más, por norma general, si se está en predisposición de hacerlo, para el desenlace final de nuestra economía familiar, a lo largo del tiempo resulta ventajoso.
¿En qué momento y de qué forma?
Verdaderamente, el en qué momento es fácil contestar y bien difícil de aplicar. En teoría cuando dispongamos de un excedente económico que nos deje hacer una amortización o proponer una modificación conveniente en la hipoteca, ya estaríamos en predisposición de ejecutar el cambio. No obstante, no resulta tan fácil, la tentación del consumo y la tendencia al gasto, apalancado e incesante es muy grande. Con lo que, verdaderamente depende del usuario la elección de este instante.
Más complejo, resulta decidir la forma en la que deseamos hacer la amortización. Técnicamente podríamos proponer una amortización tratando de reducir las cuotas o bien una amortización tratando de reducir los plazos.
Sobre el papel pareciese que quizá sea más interesante reducir la duración de las hipotecas baratas, esto es acortar exactamente la misma, reduciendo los plazos, no obstante, y si bien desde la perspectiva de los números, pueden resultar afines o bien iguales, parece que la reducción de cuota es más conveniente en la mayor parte de los casos, salvo si se quiere hacer una amortización total.
En el caso de las amortizaciones parciales, volcar dicha amortización en reducir la cuota, nos va a suministrar una mayor libertad mensual con nuestros ingresos, al paso que la reducción del plazo, cuando menos a lo largo del plazo que reste al producto, proseguirá ejercitando exactamente la misma presión que ya antes de la amortización.
Quizá sea una cuestión de gustos, más, a priori parece más atrayente sostener una cuota menor o bien mayor margen para maniobrar de posibles cambios, que acortar la vida de un producto sosteniendo exactamente la misma presión de cuotas y debido encarar posibles cambios en alza.